La primera vez fue hace más de 15 años. En ese entonces me maravilló cómo el agua se abría paso al interior de una montaña rocosa. Gota a gota. Complementándose con lo religioso y la veneración de la Virgen de La Paz, el paso del río por debajo de la montaña armoniza los sentidos. Y esas gotas que caen desde lo más alto de la caverna dan respuestas para la vida: la persistencia de las (aparentes) frágiles gotas permiten romper la dura roca. La foto corresponde a mi segunda visita a este sitio ubicado en la provincia del Carchi, al norte de Ecuador. Eso fue dos días antes de que finalice el año 2012. Allí regresé distinto. La persistencia de las gotas se transformaron en experiencia. En la Panamericana, que conecta el Valle del Chota con Tulcán, está el desvío. Por un camino empedrado y estrecho, que en algunos sitios se convierten en espacio para un vehículo, se inicia la travesía. Un túnel construido a pico y pala se pasa. Esa es la magia que antecede a la gruta ubicada a tres h
Un viaje por el país que voy conociendo...