Las sorpresas son parte del itinerario de la Hostería Pantaví. Una piedra de sacrificio que corresponde a la época preincaica, según sus propietarios, se encuentra en el patio principal empedrado.
Éste es uno de los elementos que más asombran a los visitantes. Su forma rectangular acogía a las personas que iban a ser parte de los rituales de los caranquis, que vivieron en el norte del país antes de la llegada de los incas.
Pantaví es una suma de atractivos y de experiencias. La hostería se encuentra a tres horas de Quito. La distancia desde Ibarra es de 25 minutos en dirección al norte. En la Panamericana hay un desvío a Salinas, en la que se debe tomar la vía asfaltada a Tumbabiro. La ruta a este paraje serpentea plantaciones de caña de azúcar, que a partir de julio se puede observar la zafra.
Casa de campo
La casa de la hacienda San Clemente se reconstruyó hace 30 años sobre los antiguos cimientos de la antigua casona, y se la habilitó para funcionar como hostería hace cinco años. La construcción de estilo colonial data de 1880.
La actividad a la que se dedicaba la hacienda era la agrícola. El algodón fue, por mucho tiempo, el producto que más se cultivaba.
La casa principal tiene paredes anchas y blancas de adobe, y su techo es de teja. Su estilo es similar a una casa de campo, rodeada de una hectárea de un verde jardín. En el interior se encuentran la recepción, el restaurante, el bar, el área social y la sala de reuniones.
Los ventanales muestran el verdor de la zona. Éstos armonizan con los coloridos cuadros del artista Camilo Andrade, quien es el dueño y el diseñador de la hostería.
La luminosidad llega por todos lados. Al transcurrir el día, la luz solar crea ambientes distintos, pero sin cambiar de ubicación los muebles rústicos. Las paredes blancas y el piso de madera realzan esos cambios de tonalidades.
Hostería Pantaví tiene una hectárea de extensión, en la que priman los jardines de coloridas flores. Pero los árboles centenarios de jacarandas, palmeras y buganvillas son los que más se destacan. Entre ellos se encuentran algunas plantas de la zona como los pencos y los cactus característicos del bosque seco.
Las 12 habitaciones, entre dobles, triples y matrimoniales, son pequeñas y acogedoras. Están ubicadas cerca de la casa principal, pero mantienen su estilo arquitectónico. Éstas cuentan con baño privado y agua caliente.
El clima templado y seco de Tumbabiro es una de las razones por las que se puede visitar la Hostería Pantaví. El área que más atrae es el de la piscina de agua temperada. Pero armoniza con la sala de reuniones con juegos, y las canchas de tenis, voley y básquet.
Lo nuevo
La transformación de Pantaví será a fines de febrero. En esos días se inaugurarán cinco habitaciones nuevas tipo boutique en la parte inferior. Tres habitaciones son premium, las cuales cuentan con yacuzzi y patio interno. También hay una suite luna de miel con yacuzzi y una suite familiar con dos habitaciones.
El área nueva se llama “El Cortijo de la estulticia” y en el patio interno se encuentre el mural “Hombres y Dioses de Waruchiri” de cinco por 10 metros. En la obra de arte se utilizaron 10.000 clavos y su creador es Camilo Andrade.
En El Cortijo se construirá una pequeña pista de baile y un espacio para la preparación de pachamanca y parrilladas.
Pachamanca
El menú de la hostería contiene una variedad de platos de la cocina nacional e internacional. Los más recomendados son los lomos, la trucha, la corvina. Las cremas de zanahoria y de brócoli no se quedan atrás.
El sabor inigualable se debe a que se utilizan productos orgánicos en la preparación. Un ejemplo es el uso de zuquini y espárragos fumigados con un líquido compuesto por guanto, ají y ortiga.
La especialidad de la casa es la pachamanca, un plato típico de Perú. Para la cocción se prepara un pequeño horno construido con piedras en el suelo.
En la primera capa se ubica tres tipos de carnes envueltas en lechuga u hoja de achira, y se les tapa con piedras para que se cuezan por tres horas. Encima se pone yuca, oca, mashua, en otra se coloca habas tiernas y plátano. Para cubrir se utiliza alfalfa, y una sábana con el fin de tapar con tierra para que se mantenga el calor. Así pasa por 25 minutos.
El plato se sirve con tostado, ají, choclos con queso. La pachamanca se prepara para grupos de más de 18 personas.
El bar, ubicado cerca del restaurante, tiene una variedad de cocteles como la caipiriña, el cual es la bebida de la casa. El barman también puede preparar otras bebidas clásicas o exóticas.
Culto al agua
Pantaví proviene de la lengua mexicana chapalí, que significa culto al agua. Por eso, en la hostería los detalles sobre el cuidado del ambiente son importantes. En 2007 y 2008, la hostería participó en el programa de turismo sostenible Rainforest Alliance, y ahora tiene el certificado Smart Voyager.
El reciclaje del agua y el uso del agua lluvia para el riego de los jardines son los proyectos que impulsa la hostería. También se recicla el plástico y el cartón.
Algunas de las actividades incluyen la visita a las piscinas de aguas termales de Chachimbiro, a las que se atribuyen beneficios terapéuticos y curativos. A siete kilómetros de distancia se encuentran las fuentes.
Caminante, al camino
Por la ubicación de Pantaví se puede planificar recorridos a varios atractivos del norte del país. Una de las travesías es a la reserva Cotacachi-Cayapas. También se puede recorrer la reserva ecológica del Ángel, los bosques nublados del Cerro Golondrinas.
Los sitios arqueológicos precolombinos de los caranquis es otra de las opciones. La visita a pirámides, tolas y pucaras de Ajambuela y Cahuasquí muestran el legado que la cultura preincaica dejó en el sector.
Las caminatas, las cabalgatas y los paseos en bicicleta se efectúan por senderos del bosque seco y del bosque nublado. En cada una de las rutas se observan especies endémicas de plantas y aves.
Pero el encuentro con la cultura afroecuatoriana del valle del Chota es la actividad más solicitada. A solo 50 minutos de distancia se encuentran los pueblos de La Victoria y Mascarilla. En el último se elaboran mascaras de arcilla como artesanía. En fin de año, un grupo de afroecuatorianos ejecutan danzas alrededor del fuego para recibir bien el año.
Artículo publicado en Revista Pacificard.
Éste es uno de los elementos que más asombran a los visitantes. Su forma rectangular acogía a las personas que iban a ser parte de los rituales de los caranquis, que vivieron en el norte del país antes de la llegada de los incas.
Pantaví es una suma de atractivos y de experiencias. La hostería se encuentra a tres horas de Quito. La distancia desde Ibarra es de 25 minutos en dirección al norte. En la Panamericana hay un desvío a Salinas, en la que se debe tomar la vía asfaltada a Tumbabiro. La ruta a este paraje serpentea plantaciones de caña de azúcar, que a partir de julio se puede observar la zafra.
Casa de campo
La casa de la hacienda San Clemente se reconstruyó hace 30 años sobre los antiguos cimientos de la antigua casona, y se la habilitó para funcionar como hostería hace cinco años. La construcción de estilo colonial data de 1880.
La actividad a la que se dedicaba la hacienda era la agrícola. El algodón fue, por mucho tiempo, el producto que más se cultivaba.
La casa principal tiene paredes anchas y blancas de adobe, y su techo es de teja. Su estilo es similar a una casa de campo, rodeada de una hectárea de un verde jardín. En el interior se encuentran la recepción, el restaurante, el bar, el área social y la sala de reuniones.
Los ventanales muestran el verdor de la zona. Éstos armonizan con los coloridos cuadros del artista Camilo Andrade, quien es el dueño y el diseñador de la hostería.
La luminosidad llega por todos lados. Al transcurrir el día, la luz solar crea ambientes distintos, pero sin cambiar de ubicación los muebles rústicos. Las paredes blancas y el piso de madera realzan esos cambios de tonalidades.
Hostería Pantaví tiene una hectárea de extensión, en la que priman los jardines de coloridas flores. Pero los árboles centenarios de jacarandas, palmeras y buganvillas son los que más se destacan. Entre ellos se encuentran algunas plantas de la zona como los pencos y los cactus característicos del bosque seco.
Las 12 habitaciones, entre dobles, triples y matrimoniales, son pequeñas y acogedoras. Están ubicadas cerca de la casa principal, pero mantienen su estilo arquitectónico. Éstas cuentan con baño privado y agua caliente.
El clima templado y seco de Tumbabiro es una de las razones por las que se puede visitar la Hostería Pantaví. El área que más atrae es el de la piscina de agua temperada. Pero armoniza con la sala de reuniones con juegos, y las canchas de tenis, voley y básquet.
Lo nuevo
La transformación de Pantaví será a fines de febrero. En esos días se inaugurarán cinco habitaciones nuevas tipo boutique en la parte inferior. Tres habitaciones son premium, las cuales cuentan con yacuzzi y patio interno. También hay una suite luna de miel con yacuzzi y una suite familiar con dos habitaciones.
El área nueva se llama “El Cortijo de la estulticia” y en el patio interno se encuentre el mural “Hombres y Dioses de Waruchiri” de cinco por 10 metros. En la obra de arte se utilizaron 10.000 clavos y su creador es Camilo Andrade.
En El Cortijo se construirá una pequeña pista de baile y un espacio para la preparación de pachamanca y parrilladas.
Pachamanca
El menú de la hostería contiene una variedad de platos de la cocina nacional e internacional. Los más recomendados son los lomos, la trucha, la corvina. Las cremas de zanahoria y de brócoli no se quedan atrás.
El sabor inigualable se debe a que se utilizan productos orgánicos en la preparación. Un ejemplo es el uso de zuquini y espárragos fumigados con un líquido compuesto por guanto, ají y ortiga.
La especialidad de la casa es la pachamanca, un plato típico de Perú. Para la cocción se prepara un pequeño horno construido con piedras en el suelo.
En la primera capa se ubica tres tipos de carnes envueltas en lechuga u hoja de achira, y se les tapa con piedras para que se cuezan por tres horas. Encima se pone yuca, oca, mashua, en otra se coloca habas tiernas y plátano. Para cubrir se utiliza alfalfa, y una sábana con el fin de tapar con tierra para que se mantenga el calor. Así pasa por 25 minutos.
El plato se sirve con tostado, ají, choclos con queso. La pachamanca se prepara para grupos de más de 18 personas.
El bar, ubicado cerca del restaurante, tiene una variedad de cocteles como la caipiriña, el cual es la bebida de la casa. El barman también puede preparar otras bebidas clásicas o exóticas.
Culto al agua
Pantaví proviene de la lengua mexicana chapalí, que significa culto al agua. Por eso, en la hostería los detalles sobre el cuidado del ambiente son importantes. En 2007 y 2008, la hostería participó en el programa de turismo sostenible Rainforest Alliance, y ahora tiene el certificado Smart Voyager.
El reciclaje del agua y el uso del agua lluvia para el riego de los jardines son los proyectos que impulsa la hostería. También se recicla el plástico y el cartón.
Algunas de las actividades incluyen la visita a las piscinas de aguas termales de Chachimbiro, a las que se atribuyen beneficios terapéuticos y curativos. A siete kilómetros de distancia se encuentran las fuentes.
Caminante, al camino
Por la ubicación de Pantaví se puede planificar recorridos a varios atractivos del norte del país. Una de las travesías es a la reserva Cotacachi-Cayapas. También se puede recorrer la reserva ecológica del Ángel, los bosques nublados del Cerro Golondrinas.
Los sitios arqueológicos precolombinos de los caranquis es otra de las opciones. La visita a pirámides, tolas y pucaras de Ajambuela y Cahuasquí muestran el legado que la cultura preincaica dejó en el sector.
Las caminatas, las cabalgatas y los paseos en bicicleta se efectúan por senderos del bosque seco y del bosque nublado. En cada una de las rutas se observan especies endémicas de plantas y aves.
Pero el encuentro con la cultura afroecuatoriana del valle del Chota es la actividad más solicitada. A solo 50 minutos de distancia se encuentran los pueblos de La Victoria y Mascarilla. En el último se elaboran mascaras de arcilla como artesanía. En fin de año, un grupo de afroecuatorianos ejecutan danzas alrededor del fuego para recibir bien el año.
Artículo publicado en Revista Pacificard.
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