Luego de que el árbitro pitó un penal y el futbolista Máximo lo fallara, nadie pensó que iba a venir lo peor. Con seis futbolistas, el arquero armó su barrera. Ellos querían evitar en los minutos finales de cualquier manera lo inevitable: su derrota. Pero la decisión arbitral les sorprendió: roja directa para los seis por ponerse de pie. Los reclamos no sirvieron peor los insultos, más bien su hinchada se fue en su contra y las cosas empeoraron: la policía los acompañó afuera de la cancha. Tenían que salir por su conducta inapropiada con su equipaje.
En otro lado, su técnico Ramón y los dirigentes del club reclamaban el por qué no les aceptaban el carné de cancha de la federación de Máximo ni de Tobías para que continuara jugando. Tampoco les hicieron válidas las copias del pasaporte ni la cédula. Querían ganar a como diera lugar, pero se encontraron con leyes vigentes para todos.
En esta ocasión, el capitán del otro equipo era el piloto de un avión, el árbitro era la autoridad aeroportuaria y la cancha era la pista de un aeropuerto. Los futbolistas del club incumplían una de las normas de la aviación: ponerse de pie durante el despegue –conocida en términos aeronáuticos como interferencia ilegal- y por eso fueron obligados a salir de la aeronave. Todo porque Máximo y Tobías no tenían documentos originales para subir al avión.
El resto de pasajeros se mordían la lengua. Sólo querían viajar y llegar a sus casas. Para eso habían pagado un pasaje.
Tras dos horas de suspenso, el avión se elevó sin los jugadores del club -que llegaron a su ciudad en bus tras ocho horas de viaje-. Por ahora no tienen alas ni en el campeonato local. Últimos en la tabla de posiciones y su último resultado fue un cero a cero de visitante –partido en el que su delantero falló un penal-. "La policía sólo baja de un avión a los terroristas", dicen los hinchas de los otros equipos. Antes de subirme en otro vuelo, cuido que mi carné de hincha no sea visto.
(Cuento, comparable sólo con la realidad. Nombres ficticios).
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