Al inicio era un problema porque los papás, los hermanos mayores y los esposos eran muy celosos. No querían que vayamos a las reuniones y a los cursos de bordado en Cuenca. Siempre ha sido un mundo reducido para la mujer, y a veces un mundo más abierto para el hombre. Contra eso se ha tenido que luchar”, cuenta Aída Maita, representante legal de la Cooperativa Centro de Bordados de Cuenca. Ellas recibieron un reconocimiento de Unesco y bordaron una prenda que el papa Francisco usó en su visita al Ecuador. Texto de Darwin Borja Salguero.
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