“Yo soy la tercera generación de creadores de instrumentos de cuerda de su familia”, cuenta Ganchozo, de 52 años. Su abuelo Sabulón, quien vivía en Calceta (Manabí), construía bandolines, bandolas y vihuelas. Las siguientes generaciones se enfocaron en las guitarras y requintos. Sin embargo, él siguió un camino paralelo y combinó las habilidades heredadas de su familia con sus investigaciones sobre la música de la Costa. De ese interés surgió su idea de construir instrumentos con caña guadua y barro. Materiales poco comunes para un lutier. Texto de Darwin Borja Salguero.
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