La visita al Santuario del Divino Niño, al sur de Bogotá, es uno de los sueños cumplidos. Al interior de mi familia hay mucha devoción a la imagen del Niño Jesús, que inspira paz, alegría. Muchos de los viajes han sido con motivos religiosos, en algunos casos llamándolos romería.
La fe al Divino Niño surgió del sacerdote italiano Juan del Rizzo, de la Congregación Salesiana.
Fachada del Santuario del Divino Niño, en el barrio 20 de Julio.
Para llegar al Santuario se pueden tomar varios tipos de transporte, entre vehículos particulares, taxis y TransMilenio. En esta ocasión viajé en el sistema de buses articulados públicos, para ello hay que comprar una tarjeta, desde la parada Normandía, en la línea L10. En este sector del norte de Bogotá, las áreas verdes y los espacios públicos están mejor cuidados. Mientras más se acerca el bus al sur, el panorama bogotano cambia. Allí se observan más grafitis y menos espacios verdes.
De la Estación Portal 20 de Julio a la iglesia son dos cuadras. Al poco tiempo, la fachada del Santuario de ladrillo visto atrae la mirada. El pasar la puerta se observa una réplica de la imagen del Divino Niño. En el altar mayor está Jesús Resucitado. La milagrosa imagen del Divino Niño está en la parte posterior al altar, en donde se respira paz y fe.
En fechas cercanas a Navidad hay un pesebre en el Santuario.
En varias partes del Santuario están imágenes y cuadros del Divino Niño. A un lado de la iglesia se receptan donaciones para las labores sociales de los salesianos. La recomendación es viajar en las fiestas, que se celebran el 20 de julio, y en fechas cercanas a Navidad, en donde se observa un gran pesebre.
Junto a la iglesia se encuentra un almacén en el que se venden recuerdos religiosos.
Interior de la Iglesia.
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